El sector energético y de utilidades es un agente determinante en el logro de un sistema más sostenible, basado en la Agenda 2030 y sus ODS, por varios motivos. En primer lugar, por el peso que tiene en nuestra economía: representa el 3% del PIB, empleando solo en suministro de electricidad y captación y distribución de agua a más de 140.000 personas. Y, por otro lado, porque la energía y los recursos naturales sirven de base para todos los sectores, desde la fabricación de productos de consumo hasta la prestación de servicios de ocio. De hecho, es éste uno de los sectores en los que se pone el foco cuando hablamos de medidas de transición a modelos más sostenibles, especialmente en lo que concierne a las empresas eléctricas. Por ejemplo, en la “Ley de Cambio Climático y Transición Energética”, aprobada el año pasado, se incluyen medidas de control y evaluación
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