En un mundo en constante cambio, el voluntariado se revela como una de las experiencias más transformadoras para los estudiantes universitarios. Más allá de la solidaridad, es una escuela paralela donde se aprenden habilidades humanas, se construye ciudadanía y se conecta el conocimiento académico con los desafíos reales de la sociedad. En tiempos de transformaciones aceleradas, cuando el mercado laboral demanda no solo competencias técnicas, sino también capacidades humanas, el voluntariado emerge como una poderosa herramienta de crecimiento personal y profesional, especialmente entre los universitarios. Más que una práctica solidaria, el voluntariado es una experiencia educativa que trasciende disciplinas, programas y horarios. Es, en esencia, un aula viva: un espacio donde uno aprende del otro, sobre el otro y, sobre todo, sobre sí mismo. Participar en proyectos de voluntariado supone para los estudiantes una oportunidad única para ampliar horizontes, cultivar la empatía y ejercer una ciudadanía activa. Y es precisamente
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