En 1987, un informe revolucionario sacudió al mundo. Liderado por Gro Harlem Brundtland para la ONU, Nuestro Futuro Común dio nombre al “desarrollo sostenible”: satisfacer las necesidades de hoy sin hipotecar el futuro de las próximas generaciones. Su título original, De una Tierra a un Mundo, fue un grito de alerta sobre la necesidad de actuar juntos frente a las crisis ambientales, las desigualdades y los modelos económicos que estaban agotando el planeta. El informe puso el dedo en la llaga: deforestación, pérdida de biodiversidad, contaminación, un cambio climático que empezaba a asomar y una brecha abismal entre el Norte y el Sur global, con millones atrapados en la pobreza extrema. La solución pasaba por unir tres frentes: economía, sociedad y medio ambiente, con más cooperación internacional, políticas valientes y la voz de la ciudadanía. Ese documento marcó un antes y un después, inspirando hitos como la Cumbre de la
…