La Agenda 2030 y derechos humanos en la era de la IA: retroceder amenaza nuestro futuro

La denominada Agenda 2030, en la que se insertan los diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), está lejos de ser una mefistofélica estrategia. De hecho, constituye uno de los mayores triunfos del multilateralismo de los últimos tiempos . Su propuesta representó un signo de unidad entre todos los Estados miembros de la ONU, comprometidos expresamente a colaborar, entre otras cosas, en la erradicación de la pobreza extrema, en la reducción de la desigualdad y en la conservación del medioambiente.

La preocupación medioambiental no es un agregado superficial. La actividad humana ha colocado al sistema Tierra en una trayectoria desconocida. Los rápidos cambios ambientales generados por la actividad industrial provocan repercusiones en múltiples niveles. Ya estamos experimentando puntos de inflexión que comienzan a desestabilizar nuestro planeta. En este sentido, los ODS son una manera de mantener a la humanidad dentro de unos límites seguros que garanticen el bienestar de los seres humanos y demás habitantes de la Tierra. Los límites planetarios[i] son los límites de sistemas globales clave —el clima, el agua o la biodiversidad— que, si se traspasan, introducen al planeta en un escenario desconocido. Los sistemas que sustentan la vida están tan dañados que el planeta se encuentra fuera del espacio operativo seguro para la humanidad; seis de los nueve “límites planetarios” se han roto a causa de la contaminación y la destrucción del mundo natural[ii].

La preocupación por el medioambiente y su materialización en los ODS se engloba en todo un conjunto de preocupaciones que muestran la larga historia del multilateralismo contemporáneo. En particular, la preocupación por el cumplimiento de los Derechos Humanos. La Agenda 2030 “se basa en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y es el resultado de todos los acuerdos obtenidos en las grandes conferencias y cumbres de las Naciones Unidas que han sentado unas bases sólidas para el desarrollo sostenible”[iii]. Los ODS pretenden garantizar los Derechos Humanos y, como herramienta multilateral, respetar el articulado de la Convención sobre los derechos del niño, el Pacto internacional de derechos económicos, sociales y culturales, la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, la Convención internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial, el Convenio sobre la Diversidad Biológica, la Convención de la Naciones Unidas de lucha contra la desertificación, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y/o el Acuerdo de París[iv].

Medio ambiente, derechos humanos… y tecnología.

En la era de la inteligencia artificial, como define nuestro tiempo Bill Gates[v], nuestros cuerpos están conectados a la tecnología de una forma decisiva. La informática ha dado lugar a una nueva antropología, el humano digital. Los dispositivos tecnológicos son prótesis integradas parcialmente en nuestros cerebros-mentes-cuerpos. Incluso es posible imaginar un futuro de interfaces cerebro-ordenador, donde los dispositivos tecnológicos se vuelven aún más inmanentes. Nuestras vidas quedan mediatizadas por la tecnología, que condiciona la percepción del mundo que nos rodea. Las tecnologías digitales son un reto para nuestra autonomía, privacidad e integridad personal. En esta nueva era, olvidamos el impacto de los dispositivos electrónicos: una amenaza para el medio ambiente y los derechos humanos. Las tecnologías de la información generan un importante deterioro ecológico y social, afectando al trabajo decente (ODS 8) y degradando los ecosistemas (ODS 15). Para que nuestros dispositivos electrónicos puedan ser fabricados, es necesario un extractivismo minero y una extensa red de semiesclavitud. La minería industrial de cobalto y cobre para baterías recargables está dando lugar a graves abusos contra los derechos humanos[vi]. Siddharth Kara denuncia en Cobalt Red, cómo la demanda de cobalto conlleva devastación ambiental y condiciones inhumanas[vii].

El ODS 17 defiende buscar y promover los medios para revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible[viii]. Por tanto, resulta esencial potenciar la colaboración y la cooperación entre los estados miembros de la ONU, así como entre los diferentes actores de la sociedad. Es decir, gobiernos, sector privado y la sociedad civil en su conjunto. Por tanto, si iniciativas como el Pacto Mundial de la ONU buscaban que las empresas se comprometan a alinear sus estrategias y operaciones con una serie de principios universalmente aceptados[ix] —derechos humanos, estándares laborales, medio ambiente y anti-corrupción— las organizaciones empresariales pueden, a través de los ODS, continuar el respeto de unos mínimos estándares a la hora de organizar su actividad económica, especialmente en la era de la inteligencia artificial. En esta nueva era, es necesario renovar los criterios mínimos, ya establecidos en el Pacto Mundial de 1999, y materializados en toda una serie de instrumentos y herramientas de estandarización y recomendación. Es necesario recordar el conjunto de recomendaciones formuladas por los gobiernos a las empresas multinacionales, es decir, las Directrices de la OCDE para empresas multinacionales[x] y lograr que las empresas perseveren en el esfuerzo por promover la educación de los consumidores para mejorar la capacidad de comprender el impacto medioambiental de los dispositivos electrónicos en esta nueva era digital, apoyando el consumo sostenible.

La ética empresarial en la era de la inteligencia artificial

La práctica empresarial siempre ha tenido que cambiar a medida que se desarrollaban los intereses y preocupaciones sociales. La gran expansión en tamaño y alcance de las empresas desde principios del siglo XX ha dado lugar a una preocupación más amplia por su comportamiento ético. La globalización será el detonante de esta preocupación que impacta en diversos ámbitos y sectores. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible son una manifestación más de todo este proceso histórico. ¿Es posible conectar todo este proceso histórico más atrás en el tiempo? Hagámoslo.

El pensamiento moral de Kant permite introducir las ideas de deber y honestidad a las acciones comerciales, como muestra su Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres de 1785. Hoy no puede comprenderse la ética empresarial sin la deontología kantiana. Si bien Aristóteles había definido el “bien” recurriendo al “florecimiento humano” mediante la práctica sistemática de las virtudes, el consiguiente desarrollo moral y la búsqueda de la excelencia, Kant se centraba predominantemente en el deber entendido como el cumplimiento del imperativo categórico. En 1789, Jeremy Bentham propuso un marco alternativo al de Kant, basado en la noción de “cálculo de la felicidad”. Bentham afirmaba que la principal medida de lo que es bueno es lo que produce más felicidad. Desarrollado más tarde por John Stuart Mill, el enfoque de Bentham sobre el placer hacía hincapié en la utilidad de una acción, es decir, sus resultados. Frente a cualquier consideración egoísta, para el utilitarismo una acción es correcta si y sólo si, en la situación dada, no habría ninguna alternativa a ella que hubiera dado lugar a una mayor suma total de bienestar en el mundo. En esta línea, en el siglo XIX, Henry Sidgwick defenderá que debemos tratar a los demás con el mismo nivel de importancia que nos damos a nosotros mismos. Esto implica una consideración igualitaria de los intereses y el bienestar de todas las personas, sin dar preferencia a nuestros propios intereses sobre los de los demás. Estas ideas nos recuerdan que, hoy, la nueva era de la inteligencia artificial puede suponer nuevas formas de violencia, explotación laboral, trabajo infantil y guerra por recursos naturales que son la infraestructura de una nueva revolución industrial. La ética de la inteligencia artificial debe centrarse, no solo en su uso, sino en sus condiciones materiales de posibilidad.

Mientras Marx y otros pensadores promovían una revolución violenta, se desarrollaron formas distintas de socialismo —como el socialismo del Robert Owen, inspirado en la ética de Jeremy Bentham—, y el apogeo del movimiento social cristiano. La corriente social-liberal se embarcaró en reformas para reducir las desigualdades y las injusticias sociales del capitalismo: educación pública, bienestar para los más desfavorecidos gracias al pago de impuestos y leyes que regulaban las condiciones de empleo, legalizando los sindicatos. En este contexto histórico-político, surgirá en Estados Unidos una reflexión sobre la ética empresarial, cuya contribución más famosa fue el texto del economista keynesiano Howard R. Bowen Social Responsibilities of the Businessman (1953). Bowen fundará la concepción y el estudio académico de la responsabilidad social de las empresas. Si bien la responsabilidad social de las empresas al estilo estadounidense se distingue de la europea por representar una actividad voluntaria no impuesta por la legislación, en ambos lados del Atlántico se alcanzará el consenso que afirma que las empresas tienen obligaciones más amplias que la mera provisión de beneficios a sus propietarios y accionistas. Ya en los años 80, el libro Edward Freeman (1984) Strategic Management, desarrolló el enfoque de los “grupos de interés”. Con la adopción del término “stakeholder” parecía haber surgido una nueva forma de pensar sobre la gobernanza y la estrategia empresarial que era conciliable con las tradiciones anteriores de justicia social[xi].

Con estos supuestos, se fueron desarrollando herramientas de lucha contra la corrupción y el fraude, circunstancias que distorsionan el funcionamiento del mercado y los derechos del accionariado y de la ciudadanía. El nuevo gobierno corporativo buscará mecanismos de autorregulación empresarial, respondiendo a la necesidad de control de las sociedades pues, en determinados momentos, se mostró que una absoluta desregulación producía abusos. Y es precisamente en esta nueva era cuando es necesario el abastecimiento responsable de minerales, garantizar que se respeten y promuevan los derechos de las personas vulnerables al trabajo forzoso y satisfacer las expectativas de diligencia debida en las cadenas de suministro internacionales, en particular, de los dispositivos electrónicos y baterías para la transición energética.

La amenaza del populismo político en el siglo XXI

A finales de siglo XX surgirán nuevas herramientas mencionadas al comienzo del texto. El Pacto Mundial de las Naciones Unidas, iniciativa voluntaria en la que las empresas se comprometen a alinear sus estrategias y operaciones con diez principios universalmente aceptados en cuatro grandes áreas: derechos humanos, estándares laborales, medio ambiente y anti-corrupción, los índices de sostenibilidad empresarial, índices usados para identificar y seguir el desempeño sostenible de las compañías[xii], diversas normas y estándares —como la Norma AA1000 o la norma ISO26000— o las mencionadas Directrices de la OCDE para empresas multinacionales. Paralelamente, la Comisión Brundtland articularía un modelo de crecimiento económico distinto, que busca garantizar un desarrollo económico, social y ambientalmente sostenible. Nuevas cumbres multilaterales marcarían el camino para llegar a la Agenda 2030: la Cumbre de la Tierra de 1992, celebrada en Río —que generó dos instrumentos jurídicamente vinculantes, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y el Convenio para la Diversidad Biológica—, la Cumbre de la Tierra de Johannesburgo de 2002, la Cumbre Río+20 (2012) y, finalmente, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible adoptada por la ONU en 2015.

La progresiva aparición de toda esta serie de cumbres, acuerdos e instrumentos multilaterales han permitido el lanzamiento, primero de los Objetivos del Milenio, en el año 2000 y, posteriormente, de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, con un enfoque holístico, interconectado o sistémico: sus respectivos objetivos se relacionan e impactan mutuamente, positiva o negativamente[xiii]. Dentro de ellos, el cambio climático aparece como un eje vertebrador por sus consecuencias sistémicas. Pero debemos reconocer que la transición energética y el objetivo net zero[xiv] debe realizarse de una forma responsable, tanto en materia medioambiental —por el impacto del extractivismo minero— como en la dimensión laboral —implementando estándares y regulaciones que no sean solo declaraciones de buenas intenciones.

Esta exposición ha recogido toda una serie de ideas filosóficas, políticas, económicas y empresariales, junto con multitud de cumbres, tratados, normas y herramientas de aplicación que han buscado que se respeten universalmente los derechos humanos, el Estado de derecho, la justicia, la igualdad y la no discriminación, el florecimiento humano y la prosperidad compartida. Por tanto, es importante comprender que la Agenda 2030 se construye sobre un complejo —y extenso en el tiempo— entramado institucional, que busca mantener a la humanidad dentro de unos límites seguros que garanticen su bienestar —y entendiendo que los seres humanos se encuentran insertos en la trama de relaciones de la vida[xv]. Intentar derribar esta arquitectura supone descartar el esfuerzo de miles de mujeres y hombres que han tratado de construir una comunidad internacional multilateral, especialmente cuando se reconoce que los impactos ambientales pueden transformar el mundo tal y como lo conocemos[xvi]. Por todo ello, el populismo político amenaza nuestro futuro porque nos hace perder el tiempo en un enemigo artificial o chivo expiatorio, obviando los objetivos consensuados de la Agenda 2030 e impidiéndonos profundizar en sus metas. Es necesario reconocer los problemas e impactos de una nueva era, abandonar las soflamas populistas que forman parte de otro siglo, y buscar soluciones éticas y responsables ante la llegada de los impactos ambientales, sociales y laborales de la Cuarta Revolución Industrial[xvii].

[i] Planetary boundaries: exploring the safe operating space for humanity. http://www.ecologyandsociety.org/vol14/iss2/art32/

[ii] Earth beyond six of nine planetary boundaries. https://www.science.org/doi/10.1126/sciadv.adh2458

[iii] Agenda 2030: por qué incumplirla vulnera los derechos humanos en todo el planeta. https://theconversation.com/agenda-2030-por-que-incumplirla-vulnera-los-derechos-humanos-en-todo-el-planeta-208808

[iv] La guía de los derechos humanos a los ODS. https://sdg.humanrights.dk/es/node/10

[v] The Age of AI has begun Artificial intelligence is as revolutionary as mobile phones and the Internet. https://www.gatesnotes.com/The-Age-of-AI-Has-Begun

[vi] República Democrática del Congo: La minería industrial de cobalto y cobre para baterías recargables está dando lugar a graves abusos contra los derechos humanos. https://www.amnesty.org/es/latest/news/2023/09/drc-cobalt-and-copper-mining-for-batteries-leading-to-human-rights-abuses/

[vii] How Is Your Phone Powered? Problematically. https://www.nytimes.com/2023/01/23/books/review/cobalt-red-siddharth-kara.html

[viii] Objetivo 17: Revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible. https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/globalpartnerships/

[ix] Los límites de la sotenibilidad. Véase págs. 163-165. https://www.eunsa.es/libro/los-limites-de-la-sostenibilidad_111187/

[x] Líneas Directrices de la OCDE para Empresas Multinacionales sobre Conducta Empresarial Responsable https://www.oecd.org/finance/lineas-directrices-de-la-ocde-para-empresas-multinacionales-sobre-conducta-empresarial-responsable-7abea681-es.htm

[xi] RSC: 70 años de historia para llegar a los consejos de administración https://ethic.es/2020/07/rsc-70-anos-de-historia/

[xii] Revisión crítica de la dimensión Gobierno Corporativo en los cuestionarios de los Índices de Sostenibilidad. http://dx.doi.org/10.26441/RC17.2-2018-A1

[xiii] Responsible consumption and production in the anthropocene: animal ethics and the sustainable development goals https://dx.doi.org/10.1344/rbd2023.57.38250

[xiv] El “cero neto” significa recortar las emisiones de gases de efecto invernadero hasta dejarlas lo más cerca posible a las emisiones nulas, con algunas emisiones residuales que sean reabsorbidas en la atmósfera, por el océano y los bosques, por ejemplo. https://www.un.org/es/climatechange/net-zero-coalition

[xv] Properties and relations: a post-anthropocentric reading. https://doi.org/10.1590/2965-1557.036.e202430277

[xvi] Un estudio reciente ha detectado el debilitamiento en la Corriente del Golfo en las últimas cuatro décadas. Esta poderosa corriente marina, que transporta aguas cálidas desde el Golfo de México hasta el Atlántico Norte, tiene un impacto crucial en el clima de Europa y Norteamérica. Su debilitamiento podría traducirse en inviernos más fríos y secos en el norte y oeste de Europa, mientras que el sureste de Norteamérica experimentaría veranos más calurosos y secos. Además, se podría acelerar el aumento del nivel del mar en las costas este de ambos continentes. Este debilitamiento también podría aumentar la frecuencia e intensidad de olas de frío en Europa, tormentas tropicales en el Atlántico Norte y sequías en el sureste de Estados Unidos. Los ecosistemas marinos también se verían afectados, con cambios en la distribución de las especies y pérdida de biodiversidad.

https://www.science.org/doi/10.1126/sciadv.adk1189

[xvii] ¿Cuarta Revolución Industrial? El reto de la digitalización y sus consecuencias ambientales y antropológicas. https://doi.org/10.36852/2695-4427_2021_04.01

Fuente: https://diarioresponsable.com/

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noviembre, 2024

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