Empresas y ODS: entrena tu mirada, actúa y cuéntalo

Vicente Ferrer fue pionero y sus mensajes mantienen hoy una validez inquebrantable. Décadas antes de que la ONU enunciara los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que después se convirtieron en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), Ferrer anticipaba con rotundidad: “Erradicar la pobreza es posible. Yo solo tengo dos manos, necesito muchas más”. Una frase que, traducida a los ODS actuales, vendría a decir: objetivo 1: fin de la pobreza; objetivo 17: alianzas para conseguirlo.

Para llegar a 2030 nos quedan 9 años en los que, si nos ponemos manos a la obra, podemos dar pasos muy importantes en el cumplimiento de esos 17 ODS. La agenda nos deja claro que hay que hacerlo entre todos y todas: estados, gobiernos, empresas, organizaciones y sociedad civil. Tenemos la responsabilidad individual y colectiva de contribuir a ello. Debemos interiorizarlo en nuestras vidas, en nuestros planes estratégicos o en nuestros programas de gobierno con un compromiso sincero, porque solamente así lograremos avanzar.

¿Cómo hacerlo? En el caso de las empresas, les animamos a que den tres pasos importantes: entrenen su mirada, actúen y lo cuenten.

En la Fundación Vicente Ferrer tenemos la suerte de sumar 1.243 empresas y otras organizaciones que han aportado su grano de arena para que las personas más vulnerables del sur de la India tengan un futuro más digno, contribuyendo de este modo a cumplir con los ODS.

Estas empresas han aprendido a mirar de otra forma a las comunidades más vulnerables y han pasado a la acción para ayudar a su desarrollo. Es preciso que sigamos entrenando esa manera de mirar desde la empresa y actuar también desde el interior: pasar por el filtro de los ODS las acciones que llevan a cabo con las personas de sus equipos, sus productos, sus procesos, sus proveedores o sus clientes. Prácticamente todo el quehacer de las empresas tiene una conexión posible con estos objetivos y la clave reside en incorporar su cumplimiento al ADN de las compañías y a sus planes estratégicos.

El alcance de este compromiso se eleva por encima de la mera responsabilidad social y significa una apuesta decidida por un futuro mejor para las personas, para el planeta y para las propias organizaciones. No olvidamos que las empresas existen en la medida que su cuenta obtiene buenos resultados. En esos resultados es donde ya se empieza a medir el valor de la sostenibilidad imbricada en las acciones que los preceden.

Una empresa comprometida conseguirá más clientes cada vez más informados y exigentes, personas más felices y en consecuencia más comprometidas, ahorro energético, posicionamiento en innovación, reputación, oportunidades de negocio, mayores opciones de convertirse en proveedor de otras organizaciones que se observan mutuamente, en el caso de las relaciones B2B. Por lo tanto, es importante interiorizarlo, llevarlo a la práctica y después dar un último paso esencial: contarlo. Comunicarlo es la mejor manera de contagiar esta actitud, de sentirnos orgullosos de ello, de presumir de valores y de lograr que otras organizaciones se suban al mismo barco y asuman este compromiso.

No tenemos datos aún que acrediten en qué medida las empresas navarras son conscientes de la importancia de integrar la sostenibilidad en el núcleo de sus negocios. Entendiendo la sostenibilidad en los tres planos que la comprenden: el social, económico y medioambiental. Sí sabemos que un 97% de las empresas del IBEX 35 dicen comprometerse con su cumplimiento, pero solamente un 49% de ellas informa de sus objetivos específicos, según datos de la Red Española del Pacto Mundial. En empresas no cotizadas, el 80% se comprometen y el 24% asumen objetivos.

El reto es muy grande y enormemente atractivo. Acercarnos a él provocará que cada uno de nosotros identifiquemos nuestra causa, lo que desencadenará una cascada de nuevos descubrimientos: una característica propia de los ODS, a diferencia de los anteriores Objetivos de Desarrollo del Milenio, es su interconexión. Si luchamos contra la pobreza, lo estaremos haciendo por la igualdad de género; en ese camino contribuiremos a reducir las desigualdades y todo esto nos llevará a poner más esmero en el cuidado del planeta. Porque cuando entrenamos la mirada de la sensibilidad de lo que ocurre más allá, logramos una visión global y, casi sin darnos cuenta, actuamos de forma transversal.

Vicente Ferrer era un hombre de acción y siempre nos decía: “Ninguna acción buena, por pequeña que sea es en vano, siempre queda en algún lugar”. Muchas pequeñas acciones logran grandes cambios. Así que entrena tu mirada, actúa y cuéntalo.

Marián García García

Delegada de la Fundación Vicente Ferrer en Navarra, Aragón y La Rioja

Fuente: https://www.diariodenavarra.es/

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diciembre, 2024

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