El desconocimiento de sus derechos y la normalización de conductas arraigadas en República Dominicana, entre otros factores, impiden que niñas, adolescentes y mujeres víctimas de violencia y trata se identifiquen como tales y sean conscientes de situaciones graves de abuso.
Una realidad a la que Save the Children trata de poner remedio mediante un programa que se desarrolla en varias comunidades con una alta incidencia de este tipo de casos en los municipios de Haina y San Cristóbal, cercanos a Santo Domingo, cuyos resultados se presentaron este viernes.
La directora ejecutiva de Save the Children en el país, Alba Rodríguez, explicó a EFE que cuando empezaron a desarrollar el programa en 2017 detectaron que en las comunidades no eran capaces de identificar que se estaban dando situaciones de explotación sexual y servidumbre con víctimas menores de edad.
“Hemos visto situaciones, incluso nocturnas, de niñas y adolescentes en espacios y en carreteras expuestas para explotación sexual. Nos hemos encontrado casos de trata con fines de servidumbre. Personas que han reconocido situaciones cuando tú les das información y empiezan a entender” que tenían delante casos de “captación para explotación sexual comercial”, dijo Rodríguez.
La información que se les aporta ha permitido que mujeres adultas se reconozcan “como víctimas de violencia o incluso se dan cuenta que fueron abusadas sexualmente de pequeñas” y, al no encontrar a nadie que respondiera ante eso, “lo habían interiorizado como un hecho normal”, apuntó.
A partir de ahí, se empieza a trabajar en “empoderamiento, autoestima, confianza y reconocimiento personal” porque los tratantes son conscientes de que las personas vulnerables económica o socialmente son más propensas a tener bajos niveles de autoestima o empoderamiento y “son más fácilmente captables”.
Rodríguez señaló que, frente a la idea que existe de que la trata ocurre en zonas turísticas o sofisticadas y que el consumidor es extranjero, en Save the Children encontraron que estas prácticas se dan con frecuencia en comunidades rurales y “en cualquier espacio”.
La elección de Haina y San Cristóbal para poner en marcha el proyecto llegó cuando en 2016 estaban identificando zonas de intervención .
“El Puerto de Haina tiene un efecto directo sobre la existencia de redes de trata para fines de explotación sexual comercial” porque genera “un tránsito constante de marineros de barcos”, locales y extranjeros, que a veces esperan “mucho tiempo para retirar carga”.
Esa dinámica portuaria propicia “situaciones de explotación sexual comercial, incluso de personas que vienen al país con niñas compradas, seleccionadas con unos criterios” previamente determinados, afirmó la responsable de la ONG.
Este proyecto, auspiciado desde marzo de 2021 por el Ayuntamiento de Madrid, ha permitido trabajar con 1.232 niñas, adolescentes y mujeres, formar a 106 autoridades para una mejor atención frente a la violencia de género de menores y sensibilizar a 294 hombres en la materia.
Fuente: https://www.lavanguardia.com/