La moda es más que vestirse para protegerse de la intemperie. Todos guardamos en nuestro armario alguna prenda de la que no nos podemos deshacer, porque es un básico, porque nos ha acompañado en un momento especial, porque nos hace sentir bien o porque nos recuerda a algún ser querido. Además de esta carga sentimental y personal, las prendas tienen un valor más que suele pasar desapercibido: el que le aporta el proceso de confección. Y es que, aunque parezca sencillo, detrás de una prenda se esconde todo un proceso que va desde la elaboración del textil hasta las manos de quien nos la muestra en la tienda, pasando por quien la cose. Estos aspectos, entre otros, son fundamentales para saber si podemos considerar una prenda como justa y amigable con el planeta o si, por el contrario, su producción perjudica al medio ambiente. De hecho, entre los Objetivos de
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