El greenwashing, también llamado ecoblanqueo o blanqueo ecológico, se ha convertido en uno de los mayores riesgos para las empresas que buscan comunicar su compromiso con la sostenibilidad. En un mercado donde la sostenibilidad ambiental es cada vez más valorada, algunas organizaciones intentan destacar con mensajes ecológicos que carecen de respaldo real. Esto no solo afecta su credibilidad, sino que puede distorsionar la competencia y frenar el avance hacia una economía verdaderamente sostenible. Ante este problema, la Comisión Europea ha empezado a tomar medidas. En concreto, la Directiva sobre Alegaciones Ecológicas (Green Claims Directive) de la UE exigirá que cualquier declaración ambiental esté respaldada por pruebas verificables, evitando el uso de términos ambiguos o engañosos. Así, afirmaciones como «eco-friendly» o «respetuoso con el medioambiente» ya no son suficientes: la sostenibilidad debe demostrarse con datos concretos y alinearse con estándares reconocidos. Entonces, ¿cómo pueden las empresas comunicar su compromiso con la
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