La Agenda de Protección del Lobo Guará, el mayor cánido de Sudamérica y una especie en peligro de extinción, nos obligó a replantear la generación de renta para agricultores pobres en Brasil. Era 1991, aprendía con mi padre a hacer proyectos de sostenibilidad con comunidades en remotas selvas de Torreões, un municipio a 200 kilómetros al norte de Río de Janeiro. Aunque compartíamos la Agenda del Guará, al diseñar e implementar sus estrategias de protección, la administración pública, las ONG y universidades no se acercaron lo suficiente al terreno. El contacto que establecieron con los agricultores —actores clave para proteger el lobo— fue insuficiente. Como resultado, nos fue imposible convencerles para que colaboraran con la agenda del lobo. Esta fue mi primera experiencia con el fenómeno Torre de Marfil: la desconexión entre quienes diseñan agendas y quienes viven los retos a resolver. En ese entonces, a mis 16 años y
…