La erradicación de la pobreza es uno de los grandes retos marcados por la ONU para el 2030. Por ello, la mayoría de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) tienen que ver directa o indirectamente con este desafío. Esta meta, la cual pretende acabar con las situaciones de vulnerabilidad asociadas a este problema, se encuentra en el puesto número uno dentro de la ordenación de los ODS. Pero hay otros objetivos que buscan erradicarla.ç
Los 17 retos que conforman los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) planteados por las Naciones Unidas tienen como misiones principales la erradicación de la pobreza, la protección del planeta y la paz, la reducción de las desigualdades y la prosperidad para la humanidad. Estas se suscribieron en el año 2016 y canalizadas a través del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Además, tienen marcada el 2030 como fecha clave para la evaluación de los resultados conseguidos.
Los ODS son una ampliación de los 8 Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Estos se fijaron en el año 2000 hasta 2015. Entre otros hitos, contribuyeron a reducir casi a la mitad la tasa mundial de pobreza. De acuerdo al responsable del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Achim Steiner, “el corazón de la Agenda 2030 es la erradicación de la pobreza, sin dejar a nadie atrás y apostando por un desarrollo más próspero y sostenible”. De acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo (OIT), poner fin a la pobreza antes de 2030 tendría un coste de unos 600.000 millones de dólares anuales.
En un comunicado emitido por Achim Steiner a través de la web del PNUD y con motivo del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza 2020, el presidente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo aprovechó para señalar que las consecuencias acontecidas de la crisis del COVID-19 presentaban un escenario para “comenzar de cero” hacia un futuro más sostenible y capaz de alcanzar los objetivos de la Agenda 2030. En línea con esa idea y teniendo en cuenta que Naciones Unidas reconoce la pobreza como multidimensional, Steiner comunicó que, para poder contribuir de manera efectiva a la erradicación de la pobreza en todas sus formas y lugares “debemos transformar nuestra producción y patrones de consumo insostenibles, separar el crecimiento económico de la degradación medioambiental y atender las causas estructurales de las desigualdades sociales y medioambientales en nuestras sociedades”.
La importancia del ODS número 1
El primero de los ODS está centrado en la erradicación de la pobreza, en todas sus formas y en todas las regiones del mundo. Aunque a lo largo de las últimas décadas la tasa global de pobreza se ha reducido significativamente, la recesión económica derivada de la crisis del coronavirus ha contribuido de manera muy importante a aumentar las desigualdades.
Según datos del Informe ‘Índice global de la pobreza multidimensional (IPM)’ elaborado en 2022 por la ONU, cerca de 1.200 millones de personas viven en la pobreza multidimensional, de los cuales 593 millones son menores de 18 años. De entre todas ellas, la gran mayoría se concentra en el sur de Asia (385 millones) y África Subsahariana (casi 579 millones), dónde muchos de sus habitantes sobreviven con una media de 2,15 dólares al día. Además, según los resultados del informe y datos del Banco Mundial, la pandemia habría provocado una grave recesión en los avances en la reducción de la pobreza, estimando que entre 75 y 95 millones de personas adicionales podrían encontrarse viviendo en condiciones de pobreza extrema en comparación con las proyecciones anteriores a la aparición de la COVID-19.
Dado el compromiso de la ONU en combatir la pobreza, el primero de los ODS está centrado en este desafío, que incluye no solo la falta de acceso cotidiano a los alimentos, sino también circunstancias que ponen a las personas en situaciones de vulnerabilidad, como la dificultad para obtener agua potable, recibir una atención sanitaria mínima o no poder escolarizar a los niños (todas estas circunstancias son las que la ONU engloba dentro de la pobreza multidisciplinar). Para intentar medir estos y otros parámetros, el organismo supranacional cuenta con su propia magnitud matemática, que es el Índice de Pobreza Humana (IPH), que tiene en cuenta la capacidad de las personas en llevar una vida saludable, el acceso al conocimiento y un estándar suficiente de subsistencia.
El ODS 1 se concreta, a su vez, en cinco metas: erradicar la pobreza extrema, reducir a la mitad la población que vive en la pobreza, mejorar las medidas de protección social, garantizar el derecho a los recursos económicos, y el acceso a los servicios básicos, la propiedad y el control de las tierras y otros bienes; y fomentar la resiliencia de los pobres y las personas que se encuentran en situaciones vulnerables. Así mismo y para lograr alcanzar dichas metas, este ODS también busca incentivar la cooperación internacional de los países más avanzados con el fin de movilizar tantos y diversos recursos como sea posible, tratando de incentivar así el desarrollo y protección de estas regiones más frágiles. En definitiva, se trata de preocuparse por los derechos humanos de cada individuo, apostando por la igualdad y la prosperidad compartida.
Otros ODS que apuestan por la erradicación de la pobreza
Es tan importante acabar con la pobreza para los especialistas de la ONU que otros ODS abordan de forma complementaria este tema aportando una nueva perspectiva. Así, por ejemplo, el número 2 se focaliza en la lucha contra el hambre, mientras que el 3 lo hace en el acceso a una buena salud. El 4, por su parte, se centra en una educación de calidad y el 5 en la igualdad de género. Otros ODS que también impactan directamente sobre la pobreza son el 6 (agua potable y saneamiento), el 8 (empleo digno y crecimiento económico), el 10 (reducción de la desigualdad) o el 12 (consumo responsable).
Adicionalmente , la ONU ha recogido algunas de las medidas que considera son las más adecuadas para erradicar la pobreza. Entre ellas cabe destacar la de involucrar a toda la sociedad en este compromiso, llevar a cabo acciones de comercio justo y sostenible, fomentar la creación y el mantenimiento de bancos de alimentos, promover debates inclusivos sobre la pobreza, realizar tareas con regularidad centradas en el voluntariado o ayudar con agua, comida o ropa a todo aquel que lo necesite, buscando, además, soluciones para intentar acabar con esta situación.
Los datos, clave a la hora de analizar y tomar medidas en contra de la vulnerabilidad
Tras el lanzamiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2015, el Grupo de Alto Nivel sobre la Agenda de Desarrollo Post-2015 hizo un llamamiento a una revolución de los datos -acciones transformadoras necesarias para mejorar la producción, recopilación, usabilidad, diversidad y alfabetización de los datos-, pero no incluyó la mejora de las encuestas de hogares entre sus recomendaciones. En este escenario cobran especial importancia los aparatos electrónicos como teléfonos móviles, capaces de recopilar información a coste relativamente bajo y con una mayor frecuencia. La revolución tecnológica se presenta entonces como una oportunidad para paliar el problema de la provisión, recopilación y gestión de datos que planteaba el Grupo de Alto Nivel. Además de permitir poner al alcance de la población mundial todos los datos recopilados, lo que respaldaría el ODS 9, que aboga por el acceso público a la información.
El Informe sobre el Desarrollo Mundial 2021 del Banco Mundial hace hincapié en la necesidad de realizar encuestas sobre la pobreza. Sin embargo, el Informe Atkinson de 2017 de la Comisión sobre la Pobreza Mundial destacó varios problemas en torno a la calidad y la cobertura de los datos para medir tanto la pobreza multidimensional como la monetaria que siguen sin abordarse:
Que el país (o territorio) no disponga de una encuesta periódica de hogares.
La encuesta no está a disposición del público.
La propia cobertura de la encuesta es incompleta.
La exclusión sistemática de grupos del diseño de la muestra.
Fuente: https://www.bbva.com/