Cuando en 2015 la ONU lanzó los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el mundo empresarial vio en ellos una brújula para orientar sus estrategias hacia un futuro más justo y sostenible. Desde entonces, se han convertido en un lenguaje universal que conecta gobiernos, empresas, organizaciones y ciudadanía alrededor de metas comunes. Sin embargo, casi una década después, surge una pregunta inevitable: ¿los ODS se están aplicando como un plan real de acción o se han quedado en un discurso aspiracional que las corporaciones usan para mejorar su reputación? La respuesta no es sencilla y exige analizar tanto los avances concretos como los riesgos de que se conviertan en una simple utopía corporativa. Los ODS como hoja de ruta global Los ODS representan una guía ambiciosa que busca erradicar la pobreza, reducir desigualdades y frenar el cambio climático para 2030. A diferencia de otros compromisos internacionales, fueron diseñados para involucrar
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