Nos tuvimos que encerrar en casa, pero las mafias nunca se quedaron fuera. Era 2020, el mundo se paralizó por la Covid-19. Mientras miles de españoles estaban ingresados en hospitales luchando por su vida y otros muchos profesionales intentando salvarlos, las redes de trata continuaron haciendo negocio. La imposibilidad de ver a nuestros seres queridos fue lo que nos hizo lanzarnos, aún más, a las redes sociales: no podíamos salir de nuestros hogares y, por naturaleza, somos seres sociales. Plataformas como TikTok o Instagram se convirtieron en una puerta de entrada a un negocio invisible, rápido y silencioso. Millones de usuarios nuevos haciendo el mismo baile con la canción del momento, familias enteras jugando a retos virales, videollamadas durante horas… Fue el momento de crear, de aprender, de reinventarnos y de explorar nuevas plataformas. Los proxenetas y victimarios también vivieron esta época. “Hemos visto un cambio de paradigma en el
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