El mundo digital se ha convertido en un escenario perfecto de impunidad y blanqueamiento de la industria de la prostitución, que desde hace años ha visto en internet una oportunidad para mantener y aumentar su actividad, camuflada en webs que promocionan “citas y compañía” o “masajes”. Es lo que los expertos han bautizado ya como ‘prostitución 2.0’, en referencia a ese nicho en expansión en una red muy poco regulada todavía que, además, promueve la normalización de la prostitución bajo otros términos, como “escorts”, “sugar babies” o “creadoras de contenido”, más aceptados socialmente.
Un informe publicado este miércoles por el Ministerio de Igualdad advierte precisamente de ese fenómeno, de la “digitalización del espacio prostitucional” a través de páginas webs de anuncios que llegan a acumular, de forma individual, más de 38 millones de visitas en apenas tres meses. Internet es una vía mucho más segura y beneficiosa para los proxenetas en comparación con la tradicional prostitución callejera: la exposición es considerablemente menor (por ende, también el riesgo a ser sancionados); el hecho de anunciarse online les permite mostrar a las víctimas a una base de usuarios más amplia; y, en consecuencia, la cantidad de “servicios” que consiguen al día es mucho mayor.
En total, la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género ha detectado un total de 204.433 anuncios sobre prostitución en internet, a través de los cuales se han identificado a por lo menos 114.576 mujeres adultas prostituidas, según revela en su primer macroestudio sobre trata, explotación sexual y prostitución de mujeres en España. Unas cifras que esconden una magnitud de la situación mucho más amplia, ya que los investigadores solo inspeccionaron aquellas páginas web con mayor tráfico de usuarios, que se promocionaban de distintas formas (ofertas individuales, clubes, directorios, foros, etc.).
Aunque algunas de ellas, según incide el documento, se encuentran actualmente inactivas, pues se analizaron antes de entrar en vigor la ley del ‘solo sí es sí’, que pasó a penalizar la publicidad de la prostitución. El informe señala que se han producido cierres, migraciones o cambios de dominio de algunas webs, aunque otras siguen abiertas y operan con normalidad, “reinventándose” o utilizando eufemismos para eludir la nueva regulación. “Son plenamente conscientes de que se mueven en los márgenes de la legalidad y, como tal, en mayor o menor medida, cuidan el lenguaje que se utiliza”, explica.
Más de 100 millones de visitas
Aun así, solo de junio a septiembre, todas las plataformas analizadas sumaban casi 100 millones de visitas, de las cuales casi el 40% procedían de una única página. Estas ofrecen mapas interactivos con todo tipo de datos sobre las víctimas, ya sea un teléfono, una nacionalidad, los “servicios que realiza”, fotos y vídeos o incluso opiniones de otros puteros. Todo ello clasificado en la mayoría de casos bajo una serie de categorías como “scorts”, “masajes relajantes”, “transexuales y travestis” (el 1,6% de las mujeres identificadas son trans), “escorts de lujo”, “terapias” o “alquileres y trabajos”.
“La proliferación de anuncios online hace que la oferta sea muy dispar, ofreciendo una gran cantidad de fórmulas y formatos. No obstante, el común denominador de la mayoría de ellos es la contactación a través de vía telefónica (normalmente un móvil), asociada a un número”, detalla el informe. Además, esa ‘prostitución 2.0’ sirve a la industria como una herramienta muy efectiva para naturalizarla, ya que es algo percibido socialmente desde una actitud mucho más permisiva. El estudio recuerda, en ese sentido, una encuesta que realizó la Generalitat Valenciana, y la cual reflejó que, si bien un 21% de la población considera moralmente aceptable la prostitución de calle; al ser preguntados por los servicios de escort o prostitución en línea, esa aceptación se dispara hasta el 40%.
Factores de riesgo
Hay otro cambio de paradigma forzado por este nuevo escenario, y es que internet ha permitido una mayor independencia de las mujeres que ejercen como escorts por dos motivos que apuntan los investigadores: el entorno en primer lugar, porque es mucho más seguro que la calle; y luego porque pueden publicitarse sin que sea costoso y sin necesidad de terceras personas. Sin embargo, precisa la investigación, una “disponibilidad continuada” puede acarrear un “agotamiento físico y emocional añadido” a estas mujeres, “y ser indicativo de una falta de control sobre su propia agenda o la ausencia de límites de los horarios de actividad”, ya que en el 20% de los casos se publicita la disponibilidad total de las mujeres. Además del riesgo de ser víctimas de sextorsión o ciberacoso.
No hay más que ver los resultados de la investigación para obtener una magnitud de los múltiples riesgos a los que se exponen las víctimas. De todos los anuncios analizados, en casi tres de cada diez se describen prácticas sexuales que pueden implicar mayores riesgos para la salud física y/o sexual de las mujeres; y en el 23% se reseña su personalidad “pasiva” o “servicial”; y en un 28,3% hay referencias a que las mujeres son “recién llegadas” o “nuevas” en la localidad donde ofrecen los “servicios”.
También en un 23,2% de los anuncios las descripciones incluyen términos que hacen referencia a modelos de etnosexualización (“mulatita”, “asiatica”, “latina”, “oriental”, etc.); y en casi uno de cada cuatro casos hay alusiones a la juventud, la inocencia o la falta de experiencia de las mujeres anunciadas, con términos que las infantilizan o fetichizan a las jóvenes y menores de edad.
Más de 27.000 mujeres en riesgo de explotación sexual
Estos son algunas de las variables de riesgo identificadas por los investigadores en el estudio para luego poder determinar, en función de si una mujer reúne varias de ellas, cuántas mujeres podrían estar sometidas a trata o a explotación sexual. En base a ese criterio, el informe advierte de que el 24,2% de las mujeres tienen asociadas tres o más variables de riesgo. O, dicho de otro modo: 27.757 mujeres podrían estar en riesgo de explotación sexual.
Con todo, el documento reconoce que es “poco probable” encontrar en las descripciones de los anuncios “evidencias claras” de que concurren los elementos constitutivos dl delito de trata, ya que las víctimas suelen estar sometidas a altos niveles de coacción, control y manipulación por parte de los tratantes, que son quienes suelen hacer de intermediarios. Sin embargo, recuerda Igualdad, diversas investigaciones han mostrado como al menos el 75% de las víctimas de trata afirman que habían estado anunciadas en internet. “El reto, por tanto, es cómo localizarlas”, incide.
En esa línea, el documento hace hincapié en que en esta investigación solo se ha podido examinar “una fracción” de la prostitución, cuya red es mucho más amplia y se “desborda” hacia otros contenidos en los que el anuncio de mujeres en situación de prostitución no está tan identificado. Mencionan otras plataformas, como las páginas personales, blogs, plataformas de venta de bienes y servicios como Milanuncios, redes sociales y otros sitios webs. Además, añade el informe, “se destaca la notable facilidad de acceso a estos datos”, que en muchas ocasiones ofrecen incluso instrucciones precisas para su localización con listas de locales y coordenadas geográficas.
Una forma de captar a las víctimas
El mundo online ya no solo funciona para perpetuar la explotación sexual de las mujeres, sino que también está sirviendo como canal para captar a potenciales víctimas, sobre todo en el ámbito de la trata con fines de explotación sexual. Aunque no han entrado a analizar este ámbito, los investigadores aseguran que han descubierto anuncios de trabajo que buscan “explícitamente” mujeres de otros países y ofrecen “ayuda” para tramitar su documentación. Son, evidentemente, engaños para arrastrar a las mujeres a la red de prostitución, que se alimenta fundamentalmente de la precariedad económica y de la situación administrativa irregular en la que se encuentran muchas de ellas.
El estudio revela también la existencia de un “submundo” dentro de los foros en línea, donde se comparten narraciones de tras vejatorios de todo tipo. Espacios “masculinos” en los que los puteros comparten sus experiencias personales en el consumo de prostitución y generan relaciones “estrechas” entre ellos, reproduciendo dinámicas de género patriarcales, que incluso pueden consistir en puntuar a las mujeres y comentar el grado de “satisfacción” alcanzado en las relaciones descritas.
“Esto da lugar también a la reflexión de la misoginia estructural que vertebra el sistema prostitucional y la impunidad que aporta el mundo online, donde no solo no se denuncia este tipo de comportamientos sino que, en muchos casos se celebra”, subraya el informe.
Fuente: https://www.20minutos.es/