Toledo ha acogido una jornada sobre las adicciones en las víctimas de violencia de género. Las entidades que trabajan con ellas, como UNAD, la red de atención a las adicciones, piden recursos específicos a la administración porque ambas problemáticas van unidas. El 80% de las mujeres víctimas de violencia de género cae en alguna adicción. Fármacos, como las benzodiacepinas, y alcohol son las más frecuentes. Para el 90% de ellas es la válvula de escape a una vida muy dura, mayoritariamente, marcada por los abusos sexuales, el maltrato infantil, y finalmente la violencia por parte de sus parejas. “El consumo es la solución que ellas encuentran para soportarlo” dice Mamen Niño, directora de una comunidad terapéutica femenina de la Fundación Emet, en Córdoba. “Aquí se les ofrece un espacio protector donde se trabaja la adicción de forma diferente. Suelen estar seis meses, o más, pero vienen con presiones de fuera,
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