El proyecto de ley para prevenir el desperdicio alimentario en España, cuya tramitación quedó interrumpida por el adelanto electoral, avanza hacia su aprobación definitiva antes de que finalice 2024. Esta normativa, que incorpora más de 300 enmiendas, busca combatir uno de los grandes retos sociales, económicos y medioambientales: el desperdicio de alimentos, un problema que afecta a todas las etapas de la cadena de suministro.
El desperdicio alimentario en cifras
En 2021, los hogares españoles desecharon 1.245 millones de kilos de alimentos, según un informe del Ministerio de Agricultura. Si se suma el desperdicio generado en todas las etapas de la cadena alimentaria, el total asciende a 7,7 millones de toneladas anuales. Estos datos reflejan un impacto significativo no solo en términos económicos, sino también sociales y ecológicos:
- Económico: Pérdidas de recursos y horas de trabajo de agricultores, pescadores y ganaderos.
- Medioambiental: Despilfarro de agua, energía y suelos utilizados para producir alimentos que nunca llegan a ser consumidos.
- Social: Inequidades en la distribución de recursos alimentarios mientras millones enfrentan inseguridad alimentaria.
- Ejes de la ley: prevención, acción y sanción
La Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario se articula en tres ámbitos clave:
- Prevención
Busca mejorar la eficiencia en toda la cadena alimentaria mediante la formación de productores y la sensibilización ciudadana. También se fomentará la adopción de prácticas para alargar la vida útil de los alimentos, como el uso de envases adecuados. - Acción
Promueve la donación de alimentos aptos para el consumo a bancos de alimentos y ONG, estableciendo mecanismos de trazabilidad y transparencia. - Sanción
Contempla multas de hasta 60.000 euros para quienes incumplan las medidas estipuladas en la ley, garantizando el compromiso de todos los actores en la lucha contra el desperdicio.
Medidas concretas: hacia una economía circular
Planes de prevención en empresas
Las empresas deberán implementar un Plan de Prevención del Desperdicio Alimentario, identificando puntos críticos donde se producen pérdidas. Estas medidas incluyen el uso de envases plásticos que alarguen la vida útil de productos frescos, especialmente frutas y mariscos.
Nuevas tecnologías para prolongar la vida de los alimentos: la deshidratación.
En este sentido las soluciones para rentabilizar el destrío por calibre o estética pasa por la liofilización, una solución en la que la demanda energética es muy elevada encareciendo el proceso, o el deshidratado por aire caliente, alimentados por gas.
El gran desconocido en este sector es el deshidratado por infrarrojos lejanos (FIR). Una solución mucho más económica por su bajo consumo energético y ausencia de inercia en alcanzar la temperatura pero aún desconocida por la mayoría de productores que cada vez despierta más atención en el sector. El proceso de transferencia de energía es sumamente eficiente, lo que da lugar a tiempos de secado mucho más rápidos y con una mayor eficiencia respecto a los anteriores.
Jerarquía en el uso de alimentos
La ley establece una jerarquía para minimizar el desperdicio:
- Consumo humano directo: Donación a bancos de alimentos o su transformación en productos como mermeladas o purés.
- Alimentación animal: Uso de alimentos no aptos para consumo humano en la fabricación de piensos.
- Compost y biocombustibles: Valorización de los alimentos descartados que no pueden aprovecharse en las dos etapas anteriores.
- Nuevas prácticas en supermercados y restaurantes
- Productos «imperfectos»: Frutas y verduras descartadas por su apariencia podrán ser comercializadas para reducir el desperdicio.
- Fechas de consumo preferente: Replantear las etiquetas para alinear la vida comercial con la vida útil real del producto.
- Flexibilidad en menús: En restaurantes, se fomentará la elección de guarniciones y raciones adaptadas a las necesidades del cliente.
Con esta ley, España espera reducir a la mitad el volumen de alimentos desperdiciados en hogares, restaurantes y comercios para 2030. En las cadenas de producción y suministro, el objetivo es una reducción del 20% respecto a los niveles de 2020.
Un marco normativo para un problema global
La Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario se enmarca en los esfuerzos internacionales por fomentar la sostenibilidad y cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas, particularmente el ODS 12, que busca garantizar patrones de producción y consumo responsables.
Con medidas ambiciosas pero necesarias, esta ley es un paso crucial hacia una gestión más eficiente de los recursos y la construcción de un sistema alimentario más justo y sostenible.
Fuente: https://informativos.net/