“La infancia no puede seguir siendo el precio que pagamos en cada guerra o conflicto”. Así de contundentes se muestran desde la oenegé Save the Children, después de que ninguna de las 38 páginas del Compromiso de Sevilla —el acuerdo alcanzado en la IV Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo (FFD4) de las Naciones Unidas— hiciera referencia a niños y adolescentes.
Lo mismo ocurrió con la Plataforma de Sevilla para la Acción (SPA), un complemento paralelo al acuerdo que agrupa más de 130 iniciativas específicas presentadas por países, organizaciones internacionales, el sector privado y la sociedad civil, y de las que tampoco ninguna fue dirigida a la infancia.
Esta cumbre, de carácter mundial y que reunió a representantes y altos cargos de más de 150 países, se celebró del 30 de junio al 3 de julio en la ciudad andaluza, en un contexto “crítico” donde el camino hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible parece haberse dilucidado.
Con una brecha de financiación anual estimada en 4 billones de dólares para alcanzar las metas establecidas en la Agenda 2030, con más de 50 países con unos niveles de deuda “insostenibles” y una ayuda oficial al desarrollo que cayó un 7,4% en 2024, este encuentro financiero se hacía más necesario que nunca.
Sin embargo, desde Save the Children consideran “inaceptable” que la cumbre haya perdido su “rostro humano”. “Este debía haber sido un encuentro donde los derechos de la infancia estuvieran en el centro de la arquitectura económica global. Porque no se trata solo de cifras sino de escuelas, vacunas, agua potable y oportunidades de futuro”.
En la misma línea se encuentra la oenegé Educo, que también ha mostrado su desacuerdo por la falta de propuestas en torno a la infancia.
Tal y como expresa su directora general, Pilar Orenes, “se ha perdido una gran oportunidad para ponerlos en un debate que les afecta y tiene impacto en sus vidas”.
“En el Compromiso de Sevilla, la infancia está invisibilizada. Y a pesar de alegrarnos por las 130 iniciativas que se han aprobado en paralelo para avanzar en materia de financiación, ninguna tiene a niños, niñas y adolescentes en el centro”, añade.
Un sistema financiero “justo”
La situación actual en relación a los menores resulta preocupante. De los 2.300 millones de niños y niñas en el mundo, 829 millones sobreviven con menos de 3,65 dólares diarios.
Para colmo, en este escenario, la ayuda oficial al desarrollo ha disminuido un 7,4% en solo un año, mientras que el gasto militar global sigue creciendo.
Además, Naciones Unidas ya ha adelantado que solo podrá atender el 62% de las necesidades humanitarias, dejando sin cubrir el 38% restante, lo que impactará especialmente a la infancia.
En este sentido, tal y como expresa la directora de Save the Children Internacional, Inger Ashing, “es profundamente injusto y miope que, en un momento en que el cambio climático, los conflictos y la inestabilidad económica amenazan la infancia en todo el mundo, los líderes estén recortando la ayuda internacional que millones de niños y niñas necesitan para sobrevivir y prosperar”.
De acuerdo con estas declaraciones, Orenes también ha querido sumarse a la crítica, y asegura que “no se puede repensar este modelo sin que los niños y niñas tengan un papel destacado”.
“En estas negociaciones se han tomado decisiones que afectan a su presente, pero sobre todo a su futuro y a la consecución de sus derechos. No olvidemos que existe una Convención sobre los Derechos del Niño que tiene que respetarse y cumplirse en cualquier situación y lugar”, apunta con tino.
Por eso, aunque ambas oenegés celebran la adopción del Compromiso de Sevilla por parte de los Estados miembros, hacen un llamamiento para que se adquieran “medidas concretas y urgentes” que tengan un “impacto directo” en la vida de los menores.
Desde Save the Children piden al Gobierno de España que lidere en Europa propuestas para reformar el sistema financiero global para que sea justo y sostenible; cancelar o aliviar la deuda de los países más empobrecidos; blindar la inversión social en infancia, independientemente del ciclo económico; y promover mecanismos innovadores como la inversión de impacto centrada en la infancia.
Por su parte, Educo demanda la recuperación del compromiso del 0,7% del PIB a la ayuda oficial al desarrollo; la reestructuración de la deuda de los países más empobrecidos para que puedan invertir en servicios básicos; la inversión de entre el 4% y el 6% del PIB de los estados en educación; la cancelación de la deuda de los países que sufran una catástrofe humanitaria; la creación de espacios multilaterales donde participe y se tenga en cuenta la opinión de la infancia; o el refuerzo de los mecanismos fiscales “que impidan dejar a ningún niño o niña atrás”.
Abordar la crisis de deuda
Sin embargo, no todas las voces son críticas. Para Amina Mohammed, vicesecretaria general de las Naciones Unidas, la conferencia de Sevilla ha ofrecido “una respuesta contundente, a través de un documento final unificador centrado en soluciones, que renueva la esperanza a través de los ODS y demuestra que la cooperación multilateral sigue siendo importante y eficaz”.
Asimismo, tiene la esperanza de que FFD4 “sea recordada como una conferencia donde el mundo eligió la cooperación en lugar de la fragmentación, la unidad en lugar de la división y la acción en lugar de la inercia”.
El Compromiso de Sevilla, que fue aprobado por 192 de los 193 Estados miembros, establece tres áreas principales de acción. En primer lugar, propone movilizar un impulso inversor sin precedentes para cerrar la brecha de financiación que impide alcanzar los ODS.
Para ello, se plantea la necesidad de sumar recursos tanto nacionales como internacionales, involucrando capital público y privado.
En segundo lugar, el acuerdo aborda de manera directa la crisis de la deuda que afecta a numerosos países en desarrollo. Se establecen mecanismos innovadores para aliviar la carga insostenible y se promueve la creación de nuevos instrumentos financieros que permitan una gestión más sostenible y equitativa.
El tercer pilar del Compromiso de Sevilla es la reforma de la arquitectura financiera internacional. El documento aboga por otorgar una mayor representación a los países en desarrollo en los órganos de decisión globales, con el objetivo de construir un sistema más democrático y adaptado a los desafíos actuales.
Pero el acuerdo no se limita a declaraciones de intenciones, sino que incluye compromisos específicos en áreas clave. Entre ellos, destaca la reafirmación del compromiso con la Agenda 2030 y los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, así como la erradicación de la pobreza en todas sus formas como condición indispensable para el desarrollo sostenible.
Además, el Compromiso de Sevilla impulsa la promoción de sistemas fiscales progresivos y una lucha decidida contra la evasión fiscal de las grandes fortunas.
Se establece el objetivo de duplicar el apoyo a la movilización de recursos nacionales en los países en desarrollo de aquí a 2030, y se fija una meta cuantificable: que estos países incrementen la cobertura de protección social en al menos dos puntos porcentuales anuales.
Por último, el documento plantea triplicar la capacidad de préstamo de los bancos multilaterales de desarrollo, una medida destinada a ampliar significativamente el acceso a financiación para proyectos que impulsen el crecimiento inclusivo y sostenible.
Fuente: https://www.elespanol.com/