El coste del egoísmo

La desigualdad en el planeta es un problema con responsabilidades muy compartidas, aunque los países del Norte son los más culpables del colonialismo y el cambio climático

La crisis de los migrantes en Canarias es un episodio más de la miopía política y social de Europa a la hora de abordar el fenómeno migratorio y sus causas: la falta de desarrollo en sus países de origen y la pobreza consiguiente. Antes les ha tocado a Grecia y a Italia en el sur. Ahora somos nosotros los afectados.

El problema no es exclusivo de Europa. En América, Estados Unidos lo ha enfrentado hasta ahora con la misma miopía que la Unión Europea, y con el agravamiento en los últimos cuatro años por la obsesión de Trump de construir el muro en su frontera Sur.

La pandemia y el cambio climático han disparado los flujos migratorios del Sur al Norte en 2020 y lo que llevamos de 2021. Pero la respuesta del Norte desarrollado sigue siendo egoísta, como lo ha sido en el caso de las vacunas contra la covid-19.

A mediados de enero de 2021, el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones reconocía que había 7.900 migrantes alojados en hoteles de Canarias, por los que el Gobierno paga 42 euros por persona alojada y día, lo que supone un gasto diario de 331.800 euros. Hacer las cuentas de la cuestión migratoria desglosadas por países emisores con sus ingresos y gastos nos daría una radiografía contable de un malgasto del dinero público por parte del Estado, que es similar al del resto de los países miembros de la Unión Europea y de ésta en su conjunto. Lo que los países emisores de migrantes necesitan son inversiones con criterios éticos y ecológicos, que como se ha demostrado ya son más rentables que las hechas en las fábricas de armamento o en los combustibles fósiles.

Todas las naciones con un pasado colonial han contraído una deuda con los territorios colonizados, que hace comprensible la condonación de sus deudas con las potencias dominadoras. El Norte desarrollado está pagando el precio de su egoísmo y depredación en el Sur en desarrollo.

La desigualdad creciente en el planeta es un problema con responsabilidades muy compartidas, aunque los países poderosos del Norte son los más culpables del colonialismo y el cambio climático, no podemos eximir de culpas a las élites dominantes de las naciones del Sur que han reproducido los vicios de sus antiguas metrópolis.

No puede haber gobernanza global sin una agenda y una transparencia globales. La hoja de ruta la tenemos en la Agenda 2030 y los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible), instrumentos ambos incompatibles con las estrategias egoístas y nacionalistas de muchas de las potencias consolidadas y de las emergentes como Turquía, Brasil o India.

Fuente: https://www.elplural.com/

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marzo, 2024

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