A través del Observatorio de Violencia Política contra las Mujeres Políticamente Activas, ANDRYSAS, con el apoyo de ONU Mujeres, documenta y enfrenta la violencia digital y simbólica que vulnera la participación política de las mujeres, una buena práctica replicable que responde directamente a los compromisos establecidos en la Plataforma de Acción de Beijing y cobra especial relevancia en este año de balance y proyección hacia el futuro, a 30 años de su adopción.
En el camino hacia la revisión de los avances y desafíos a 30 años de la Plataforma de Acción de Beijing, El Salvador suma una experiencia innovadora que responde directamente a una de sus esferas clave: el acceso de las mujeres al poder y la toma de decisiones. A las puertas de Beijing+30, esta iniciativa representa no solo un aporte sustantivo a los compromisos asumidos en 1995, sino también una oportunidad concreta para mostrar cómo, desde el ámbito local, se pueden generar respuestas efectivas ante las nuevas formas de violencia que enfrentan las mujeres en la vida pública.
A través del Observatorio de Violencia Política contra las Mujeres Políticamente Activas, la Asociación Nacional de Regidoras, Síndicas y Alcaldesas Salvadoreñas (ANDRYSAS), con el acompañamiento técnico de ONU Mujeres y del Instituto Nacional Demócrata (NDI), documenta y enfrenta múltiples formas de violencia —digital, simbólica, psicológica y sexual— que obstaculizan el ejercicio de los derechos políticos de las mujeres en El Salvador. Este esfuerzo, iniciado en 2019 y fortalecido durante el ciclo electoral 2023–2024, ha desarrollado una metodología de monitoreo territorial y digital que no solo permite identificar patrones y responsables, sino también construir herramientas prácticas como el Manual para la prevención, denuncia y protección ante la violencia política digital.
Se trata de una buena práctica escalable, respaldada por marcos internacionales como la Convención de Belém do Pará, que aporta evidencia y soluciones concretas a una de las barreras estructurales más persistentes para la participación de las mujeres en la vida pública.
Durante las elecciones internas y generales del periodo 2023–2024, el observatorio desplegó una red de más de 100 observadoras voluntarias en 61 municipios del país. Además, incorporó un sistema de monitoreo digital que analizó más de 300 cuentas en redes sociales, incluyendo X (antes Twitter), donde se identificaron más de 86.000 agresiones dirigidas a mujeres. Muchas de estas provenían de cuentas anónimas o coordinadas entre sí, sugiriendo patrones organizados de desinformación y violencia sistemática.
Estas agresiones no solo fueron más numerosas que las dirigidas a hombres, sino también más violentas en su contenido, enfocándose en aspectos personales, físicos o familiares de las mujeres en lugar de su desempeño político. Este tipo de ataques busca deslegitimar y desmotivar su participación en la esfera pública, reforzando así dinámicas de exclusión política. “Muchas veces se dice: ‘No, eso no es violencia política, eso es porque ella es así’”. Pero en realidad son expresiones de violencia que han sido normalizadas y que tienen como objetivo que las mujeres no estén en política”, expresaron desde ANDRYSAS durante la presentación de la experiencia.
Con un enfoque metodológico sólido, esta experiencia ha combinado observación territorial, monitoreo digital, análisis cualitativo y generación de evidencia útil para la toma de decisiones. Va más allá de la documentación: se ha consolidado como un agente de transformación. Entre sus principales logros se encuentra la elaboración del Manual práctico para la prevención, denuncia y protección de las mujeres políticamente activas ante la violencia política digital, una herramienta colectiva y contextualizada que incluye orientaciones claras sobre el uso seguro de plataformas como WhatsApp, Instagram, Facebook o Telegram, con énfasis en la protección de datos, el reporte de abusos y la recuperación de cuentas comprometidas.
Uno de los elementos más relevantes de esta experiencia es su capacidad para empoderar a mujeres que participan activamente en la política, muchas de ellas en territorios rurales o con limitada conectividad. La alfabetización digital y el fortalecimiento de capacidades sobre seguridad en línea son parte central de la propuesta, reduciendo brechas y brindando herramientas concretas para resistir y actuar ante este tipo de violencia.
La iniciativa ha sido reconocida a nivel regional y presentada como buena práctica en espacios internacionales como el Congreso Iberoamericano de Municipalistas. Además, cuenta con el respaldo de actores clave de la cooperación internacional como USAID, CEPPS y la Embajada de Canadá, lo cual refuerza su legitimidad y proyección.
En el contexto de Beijing+30, esta experiencia salvadoreña no solo visibiliza el vínculo directo entre violencia y exclusión política de las mujeres, sino que ofrece una ruta concreta para abordarlo: generar datos, construir capacidades, fortalecer alianzas y transformar entornos institucionales. En un momento en el que el debate público se desarrolla crecientemente en espacios digitales, iniciativas como esta marcan el camino hacia democracias más inclusivas y resilientes.
En palabras de la representante de ONU Mujeres en El Salvador, Lourdes González-Prieto, “los datos importan, pero aún más importan las personas”. Esta alianza demuestra que es posible construir evidencia desde lo local para incidir en políticas nacionales, y que la defensa del derecho a la participación política de las mujeres requiere acción sostenida, alianzas estratégicas y metodologías transferibles a otros entornos.
A 30 años de Beijing, el Observatorio de Violencia Política contra las Mujeres Políticamente Activas se proyecta como un ejemplo de cómo enfrentar nuevas formas de violencia con una mirada transformadora, colocando a las mujeres como protagonistas del cambio.
Fuente: https://lac.unwomen.org/es/stories/noticia/2025/11/fortalecer-la-democracia-desde-lo-local-una-experiencia-pionera-contra-la-violencia-hacia-las-mujeres
