Entrevista: «En la negociación está prohibido descalificar al contrario»

De Páramo atiende a ‘La Tribuna’ en un descanso del Foro de Voluntariado donde ha mediado en una mesa redonda. El catedrático de Filosofía del Derecho reflexiona desde un punto de vista teórico sobre cómo cerrar las múltiples crisis abiertas

La pasada semana hubo protestas del campo, del transporte y de los estudiantes en un clima de crispación mundial derivado de la guerra en Ucrania y del conflicto con Rusia. Se trata de un momento en que el diálogo es más necesario que nunca y sobre este ámbito investiga el Instituto de Resolución de Conflictos (IRC), así como en la promoción, la docencia y la investigación de la gestión y la resolución de conflictos.

¿De qué manera se puede resolver un conflicto mediante el diálogo?

Hay metodologías al margen de los tribunales de justicia o como complemento de ellos como es la negociación, la mediación, los arbitrajes y la conciliación que son utilizados para no llegar a escaladas en los conflictos como son los foros propiamente judiciales. Yo soy jurídico, doctor en Derecho, y conozco las dinámicas de los tribunales. Estamos viviendo un tiempo emocionalmente muy visceral, donde lo racional y lo reflexivo, parece que queda al margen, y precisamente estos métodos de resolución de conflictos tienen cabida en escenarios de racionalidad, de diálogo, de pausa, de análisis y diagnóstico. Son precisamente herramientas que tienen que luchar frente a un ambiente muy hostil, donde la polarización, la visceralidad, las emociones, lo puramente pasional o lo manipulador funciona. Esto es importante porque podríamos decir que hay malos tiempos para la mediación, pero tenemos que ser optimistas porque hay muchos conflictos que se siguen gestionando mediante estas metodologías no solo en su resolución, sino también en la prevención, en la gestión y en su posible transformación.

En un conflicto como el de Ucrania, ¿se podría mediar?

Ahora, en plena escalada del conflicto y con una asimetría de los dos actores principales tan evidente, es difícil. Lo decía el alto representante de la UE para la Política Exterior, Josep Borrell, que en estas fases atender a una posible negociación simétrica es muy complejo y complicado. Cuando los conflictos están en esta escala, aunque somos escépticos a cualquier avance de las soluciones dialogadas, sí se pueden alcanzar negociaciones de menor alcance, de ámbito temporal más reducido, no con grandes mesas de dos actores principales para alcanzar un acuerdo final. La diplomacia hoy en día no es tanta la diplomacia clásica entre estados con grandes acuerdos. En cuanto a la mediación, hay que pensar que el posible mediador no es un actor del conflicto, habría que buscarlo fuera de los dos actores, segundos países o grandes organizaciones que tienen capacidad de influencia en el mismo podrían jugar un papel importante.

Hay un conflicto en España, el del transporte, donde se habla con un interlocutor y hay otros que dicen que no se les representa. ¿Cómo se media en esta situación?

Antes de intervenir hay que diagnosticar el conflicto, mapearlo en términos técnicos, al igual que antes de intervenir en Medicina hay que diagnosticar de qué se trata. En el diagnóstico del conflicto hay que averiguar quiénes son los actores, los terceros, las partes interesadas, quienes están representados y eso forma parte del mapeo y diagnóstico del conflicto. Es un aspecto previo necesario para cualquier negociación, lo podríamos llamar prenegociación: vamos a hablar de qué podemos hablar y quién puede hablar. Eso es muy relevante, porque sin esa fase previa cualquier intervención conduce al fracaso porque no se ha diagnosticado bien el conflicto.

¿Cómo se sale de esta situación con los camioneros, el campo o los estudiantes en movilización? ¿Cómo se vuelve a la normalidad?

El conflicto no es algo extraordinario, nos acompaña y nos va a acompañar en toda nuestra vida, lo que hay que hacer es gestionarlo de una manera inteligente, tener interiorizados ciertos modos y hábitos y cierta cultura a favor de una negociación y el diálogo. La mediación ha tenido mala fama al considerarlas tecnologías de cesión o de acatamiento en vez de lucha de los intereses y derechos de cada uno. Son compatibles las dos cosas, pero esa cultura de la negociación y de la mediación no ha tenido calado en España, a diferencia de otros países con otras culturas, como la nórdica, muy abierta a este tipo de composición y arreglo de problemas. En época de polarización y emocionalidad visceral es muy difícil la llamada al diálogo que exige reflexión y análisis, frialdad en los planteamientos y competencia técnica de los representantes. Es un proceso que no tiene visibilidad a corto plazo, pero tiene beneficios sociales inconmensurables. Espero que se puedan reconducir esos procesos y que no se vean como algo extraordinario, sino que uno vea que el conflicto forma parte de la vida y lo que se tiene que hacer es habilitar los mecanismos adecuados para que estas demandas tengan una solución inteligente, con acuerdos formalizados y perdurables. A veces no es posible que haya conflictos intratables, pero los conflictos que hay ahora internos en España son tratables o mediables.

Uno de los problemas para la solución puede ser llamar extrema derecha a quien proteste. Eso es un aspecto de confrontación´no en ideas

En el manual del negociador hay una prohibición absoluta: la descalificación del contrario, eso es un error estratégico para una negociación inteligente.

¿Cómo prevé tras el COVID?

De la crisis a veces se sale mejor o peor. Con el COVID se decía que íbamos a salir mejor, pero lo dudaba y lo dudo todavía, aunque nos ha servido para aprender cosas. Nos ha enseñado la necesidad de cooperación y la necesidad de la inteligencia colectiva en la resolución de problemas, que no teníamos previsto con modos de gobernanza tradicionales. Esto no quiere decir que no volvamos a repetir errores porque eso siempre nos pasa como humanidad. Hay que llamar a la importancia que tiene la formación en estos ámbitos no solo de la negociación, sino de la mediación, donde hay una ley desde 2012 que la prevé y la promueve. Hasta ahora se ha ceñido en el ámbito judicial y familiar, pero creo que una cultura de la mediación en ámbitos internacionales sería beneficiosa para una mayor calidad de la democracia y de los sistemas políticos.

Foto: Tomás Fernández de Moya

Fuente: https://www.latribunadeciudadreal.es/

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octubre, 2024

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