Frente a la creciente presión sobre los recursos públicos, el voluntariado emerge como una herramienta estratégica que conecta a la ciudadanía con la gestión urbana. No solo mejora servicios esenciales, sino que también impulsa la participación democrática y fortalece el tejido social. En el complejo entramado de las ciudades contemporáneas —donde los presupuestos municipales suelen ser insuficientes para atender todas las necesidades sociales— el voluntariado se convierte en un aliado indispensable para construir urbes más inclusivas, sostenibles y cohesionadas. Lejos de ser una actividad marginal, la acción voluntaria representa un puente eficaz entre la administración pública y la ciudadanía, ampliando el alcance de las políticas sociales sin requerir grandes inversiones. Más allá del apoyo concreto en áreas como educación, salud o asistencia a personas mayores, el voluntariado contribuye a reducir la sobrecarga de los sistemas públicos y a mejorar la calidad de vida en barrios vulnerables. Enseñar a leer a
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