Cacho vive exiliada en Madrid. Destapar una red de pederastia le ha costado caro a la periodista, escritora y activista de los Derechos Humanos mexicana. ‘Vivir para contarlo. El poder de la verdad’ es el título elegido para relatar, de primera mano, su dura experiencia vital.
“Uno de los grandes trabajos de las y los periodistas es asegurarnos que todo el mundo sea seguro para todas las mujeres”. Lydia Cacho
Calificada por Time Magazine y The Guardian como “la periodista más valiente de América Latina”, Lydia Cacho ha sufrido persecución y tortura y ha sobrevivido a más de seis atentados. En la actualidad trabaja para “documentar los crímenes contra mujeres, niñas y niños en todos los contextos y en diferentes países”, pero comenzó a hacerlo en México, el país en el que nació y del que tuvo que huir tras la publicación de la novela Los demonios del Edén.
“Hice una investigación muy profunda sobre las redes de trata y explotación sexual de niñas y niños ejercidas por senadores, gobernadores, policías y empresarios millonarios en la zona turística de Cancún”, relata Cacho. Tras la publicación del libro, comenzó un verdadero calvario para la escritora y periodista. “Cometí lo que para el gobierno mexicano fue un delito: en lugar de decir los nombres de las víctimas, dije el de todos los victimarios, con toda la evidencia en mis manos”. Tras 16 años de impunidad, “eventualmente” logró encarcelar a estos tratantes, pero lo pagó con un “secuestro, 20 horas de tortura y el encarcelamiento”. Desde hace dos años y medio, tras un intento de asesinato, vive exiliada en Madrid.
Lydia Cacho sostiene que “a lo largo de la historia ha habido ataques muy diversos del Estado mexicano” con el objetivo de acallar a quienes denuncian “su connivencia con la delincuencia organizada”. Lejos de arrepentirse de ninguno de los pasos dados en su carrera, y a pesar de las duras consecuencias, Cacho dice sentirse “muy orgullosa” de su trabajo: “Espero que sirva para que otras jóvenes periodistas se inspiren y quieran ser reporteras de investigación, porque hace muchísima falta”.
Fuente: https://www.eitb.eus/